El curioso y diferente arranque en el LIV Golf

[CHICAGO] Son las 11:45 de la mañana y el campo se encuentra completamente vacío, algo raro debido a que estamos cerca de medio día en la primera ronda de un torneo profesional de golf. 

En cambio, el tee de práctica esta a su máxima capacidad. Divididos por equipos de cuatro, las estrellas de LIV Golf hacen los últimos ajustes antes de afrontar el Rich Harvest Farms de Chicago, el campo sede de esta etapa. De fondo, a todo volumen, los éxitos del momento suenan en las gigantescas bocinas que rodean el range y el putting green

Fotografías Cortesía de Jorge Sequeiros

Unos cuantos minutos después, en esas mismas bocinas se anuncia que la practica está a 5 minutos de terminarse. Anuncios similares los podemos escuchar en un Top Golf cerca de la hora de bajar la cortina o en la practica donde vamos a perfeccionar nuestro swing cuando el “pro” o el gerente del lugar deciden que es tiempo de irse a casa, pero poco común escucharlo mientras el tercer jugador mejor ubicado en ranking del mundo tiene el driver en la mano.

Es momento de que los jugadores y caddies invadan el putting green, donde a solo uno cuantos metros se encuentra un ejército ya formado de carritos de golf, listos para llevar a las estrellas a sus respectivos hoyos de arranque en este nuevo circuito.

Una vez más, se escucha la misma voz en la bocinas, ahora para anunciarles a los jugadores que les quedan un par de minutos antes de tener que ir al carrito que les corresponde. Algunos exprimen los segundos que les quedan embocando uno que otro putt, otros se encaminan a la fila de vehículos especializados y toman sus lugares.

Cada vehículo tiene un voluntario, encargado de estar al volante y ser el responsable de llevar al golfista a su tee de salida; todos, menos el de Matthew Wolff, quien –al ver que no tiene chofer– toma la iniciativa de sentarse al volante.

Fotografías Cortesía de Jorge Sequeiros


El jefe de voluntarios da la señal y los primeros arrancan hacia el camino trazado, a excepción el de Jason Kokrak, porque su conductor no se da cuenta que tiene la palanca en reversa y casi provoca un choque digno de fraccionamiento de fin de semana con adolescentes al volante de los carritos de golf de sus papás. 

Caso similar lo que sucede en el carrito de Kevin Na: al momento en que el voluntario arranca sin avisarle a los pasajeros, el caddie –con todo y bolsa– sale disparado.

Fotografías Cortesía de Jorge Sequeiros

Afortunadamente, todos llegan a su destino final, se da la cuenta regresiva y arranca la competencia en uno de los campos más aplaudidos del estado de Illinois.

Las bocinas bajan su volumen, el range ya está vacío y en el fairway algunos de los mejores jugadores del mundo hacen su magia. 

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