Tercera oportunidad para Ingrid Gutiérrez en el US Women’s Open
La mexicana Ingrid Gutiérrez tenía siete años cuando asaltaron su casa en Cuautla, Morelos. Una hora después su padre llegó del negocio y se encontró a Ingrid, su madre y su hermanito encerrados en el baño, atados y aterrorizados.
“Fue muy duro. Tuvimos que trasladarnos a un sitio más seguro fuera de la ciudad”, dijo Gutiérrez sobre la decisión de irse a vivir a Lomas de Cocoyoc, una comunidad residencial con un campo de golf en el mismo estado de Morelos “extremadamente tranquila y segura, donde no había mucho más que hacer que jugar al golf”.
Y así es como Ingrid Gutiérrez, que juega esta semana en su tercer U.S. Women’s Open, encontró un lugar a salvo donde comenzó a jugar al golf. “Nunca le dijimos que tenía que practicar. Se pasaba todo el día en el campo de golf y teníamos que convencerla para ir a casa cuando ya era de noche”, recordaron sus padres, Humberto y Astrid, mientras seguían la ronda de práctica de Ingrid en Pine Needles.
Gutiérrez, que no pasó el corte en sus dos primeros U.S. Women Opens en el Country Club de Charleston (2019) y The Olympic Club (2021), ganó el torneo de clasificación en Stone Bridge Country Club de Illinois para poder competir en Pine Needles.
“Elegí el área de Chicago porque mi hermano vive ahí y era más fácil para que me acompañaran mis padres. Solo había una plaza y la única opción era ganar. Mantuve muy bien la paciencia durante los 36 hoyos”, dijo Gutiérrez, que acabó con 142 golpes y con un golpe menos que Jillian Hollis, compañera y reciente ganadora en el Epson Tour.
“Jugar al golf profesionalmente es más difícil de lo que cree la gente y un reto diario”, comentó Gutiérrez, número 52 en la Race for the Card, la clasificación del circuito de acceso al LPGA Tour. Su mejor resultado en esta temporada del Epson Tour ha sido un empate en el puesto 19 en el IOA Golf Classic presented by LPT Realty. “Hay una lucha semanal por terminar entre las diez primeras y que salgan las cuentas”.
“A veces, cuando juegas con las mejores del mundo te haces más pequeña, eso es lo que solía hacer”, dijo Gutiérrez acerca de su experiencia en los dos Abiertos de Estados Unidos anteriores. “Lo más bonito del golf es que no importa quién seas, puede pasar cualquier cosa, y el campo te va a obligar a sacar lo mejor de ti misma”.
De cara a su tercer major, Gutiérrez está intentando usar la misma sensación de seguridad y conexión con Pine Needles que desarrolló en su campo de golf de la “Tierra de Coyotes”, Cocoyoc en la lengua indígena nahuatl y un centro de espiritualidad y sanación para muchos visitantes de la capital de México.
“Siento que el campo me da permiso para estar presente y tengo que reconocer y respetar esa conexión. Juego mejor cuando me siento agradecida y conectada con mi entorno. Se me hace más difícil cuando uso mi lado más mecánico e ingenieril”, comentó Gutiérrez, licenciada en Ingeniería Química por la Universidad de New Mexico.
“Cuando uso mi lado más artístico y espiritual, disfruto mucho más del juego y las cosas fluyen”, agregó Gutiérrez, agitando sus pulseras de las que cuelga un ojo sagrado, sus chacras y una medalla de San Benito que, junto con su equipo de golf, completan las herramientas que la hacen sentir a salvo en Pine Needles y mantenerse “agradecida, presente y paciente”.
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