2do Capítulo del PGA en 2020
En los desiertos de Scottsdale, Arizona, los últimos días de enero de 2020 giraron en torno a las festividades del Waste Management Phoenix Open. Los números rojos salpicaban el tablero de líderes y el famoso hoyo 16 rugía mientras atletas de clase mundial entretenían a las masas.
Era el decimosexto torneo de una temporada 2019-20 de la que ya habían transcurrido cinco meses a un paso sumamente exitoso. A esa altura ya Tiger Woods había ganado de nuevo, imponiéndose en el ZOZO Championship para igualar a Sam Snead con el récord de más victorias en la historia del PGA TOUR. Además Justin Thomas había ganado dos veces y Rory McIlroy había triunfado en China y estaba a punto de volver a ser el número uno del mundo. En general, una brillante y exitosa racha que parecía ser un buen augurio para impulsar el golf hacia una visión global estelar.
Simultáneamente, en otras partes del mundo se informaba de la propagación de un coronavirus. La Organización Mundial de la Salud sugirió a los países que se prepararan para una «contención» y un «aislamiento» generalizados, aunque los gobiernos federales, estatales y locales de los Estados Unidos no lograron insistir suficiente sobre aquello que los expertos de la salud anunciaban como «distanciamiento social».
Para cuando Webb Simpson venció a Tony Finau en un playoff el 2 de febrero, la celebración en TPC Scottsdale había sido nuevamente un éxito absoluto. Si el Tour, o cualquier otro deporte en Estados Unidos, estaban en la misma galaxia que el coronavirus, se trataba de una novedad para todos. Después de todo, en ese momento solo había siete casos confirmados en los Estados Unidos, un país con una población de 331 millones de personas.
Sin embargo, menos de seis semanas más tarde habría un choque de galaxias nunca antes visto, y el Tour, como casi todos los demás negocios en los Estados Unidos, se enfrentó a una cruda realidad: ¡tuvo que cerrar!
La pandemia se desató como una ola invisible en un momento en que el deporte iniciaba una serie de eventos importantes, comenzando con El Players Championship.
El ambiente era inquietante, con 18 muertes atribuidas a COVID-19 en los Estados Unidos, en donde el número de casos reportados se había elevado a 1,200. Para agravar la situación, la realidad médica era que nadie sabía mucho sobre el virus y había más preguntas que respuestas. El comisionado de PGA Tour, Jay Monahan, se refirió al asunto, enfocado en la preparación.
La información proporcionada por el Dr. Thomas Hospel, asesor médico del PGA Tour, y de organizaciones de salud locales e internacionales, generó suficiente confianza para proceder con el torneo. Las áreas de contagio del COVID-19 eran escasas y los deportes en general seguían en marcha, así que el 11 de marzo los funcionarios del Tour abandonaron el TPC Sawgrass a la espera de una brillante semana de competición.
Pero antes de irse a la cama aquella noche, el panorama varió dramáticamente. Un jugador de la NBA dio positivo por COVID-19 y para aquellos que siguen los deportes había suficientes motivos para preocuparse.
El jueves llegó con un clima ideal y posiblemente la mayor cantidad de público presente para una primera ronda en la historia del Players. Aquel día los fanáticos vieron a Hideki Matsuyama hacer 9-bajo par 63, pero a Monahan le resultó imposible disfrutar lo que sucedía en el campo.
En cambio, fue un día dedicado a monitorear los procedimientos en otras partes. La NBA suspendió su temporada, al igual que la NHL y la NASCAR. Por su parte, el béisbol de las Grandes Ligas anunció que no comenzaría su temporada ese mes.
Con grandes multitudes observando la primera ronda, Monahan y su equipo tomaron la decisión de seguir jugando el torneo sin espectadores. “Tanto la Casa Blanca como la oficina del gobernador (de la Florida) han apoyado y respaldan las medidas de precaución que hemos tomado hasta este momento», dijo el comisionado el jueves al mediodía.
«Pero», agregó, «es importante tener en cuenta que eso podría cambiar».
El panorama cambió aproximadamente ocho horas más tarde, cuando el Tour anunció que cancelaba El Players.
¿Qué pasó entre el mediodía y el final de la noche? Bastantes jugadores expresaron su preocupación, dijo Monahan, «y eso fue algo que nos tomamos muy en serio».
El equipo de Monahan sabía que era prácticamente el último deporte en pie. «Para nosotros este es el mayor evento del año«, dijo solemnemente el 13 de marzo. «Pero a pesar de que sentimos que tenemos un ambiente seguro y que hemos hecho todo apropiadamente, no podemos proceder y no es correcto que procedamos».
Si el cierre de la temporada llegaba con una rapidez que entumecía, la tarea de restaurar el sentido de las cosas iba a resultar extremadamente lenta. Afortunadamente, al ser un hombre lleno de paciencia y buena razón, Monahan aprovechó cada gota de esos atributos a medida que caían las fichas de dominó.
En primer lugar, la cancelación de El Players se extendió a los siguientes tres torneos programados. Luego llegó un anuncio impactante que llamó la atención de todos: el Masters sería pospuesto y no e jugaría en su acostumbrada fecha de abril. Cuando el Tour canceló cuatro eventos más y la PGA de América agregó que pospondría su PGA Championship, eso significó que el golf desaparecía del panorama cuando menos hasta el 17 de mayo.
Monahan se mantuvo optimista y los jugadores acogieron esa confianza.
«Pospuesto es una palabra reconfortante», dijo Xander Schauffele. «Mientras diga ‘pospuesto’, creo que los jugadores tendremos esperanza».
Monahan tenía toda la intención de responder a esa esperanza, pero primero, había un obstáculo que sortear. Los organizaciones a la cabeza del golf profesional en el mundo: el Masters, la USGA, la PGA de América, el R&A y la LPGA, debían unir fuerzas y criterios, con Monahan a la vanguardia en las discusiones.
El 6 de abril, las organizaciones hicieron un anuncio conjunto, aclarando el futuro de cuatro eventos muy significativos en el calendario masculino. El PGA Championship se jugaría en agosto, el Abierto de Estados Unidos sería en septiembre, el Masters en noviembre y el Abierto Británico sería cancelado.
Con las fechas de los ‘majors’ definidas, Monahan se puso a trabajar en lo que sería el resto del calendario del PGA Tour 2019-20. Nuevamente, se apoyó en una organización que había construido una base sólida a lo largo de sus 51 años de historia. Monahan estaba decidido a regresar, pero solo bajo los lineamientos de seguridad adecuados.
«Desde el principio nos comprometimos a ser responsables, reflexivos y transparentes con nuestro proceso de decisión», dijo Monahan, quien menos de dos semanas después reveló que el Tour regresaría el 11 de junio con el Charles Schwab Challenge en Fort Worth, Texas.
El reinicio será sin espectadores y se jugarán 14 torneos en un período de 13 semanas, culminando con tres eventos consecutivos de los playoffs de la FedExCup: El Northern Trust, del 20 al 23 de agosto; el BMW Championship, del 27 al 30 de agosto, y el Tour Championship, del 4 al 7 de septiembre. Se rescató un calendario de 36 torneos, se cancelaron otros 10 eventos, otros pocos se vieron obligados a cambiar sus fechas y la vida de todos se vio afectada.
Entre la ronda final del Arnold Palmer Invitational el 8 de marzo y la primera ronda del Charles Schwab Challenge que arrancará este 11 de junio, habrán transcurrido 94 días de un cierre que estuvo cargado de obstáculos e incertidumbre sin precedentes. A pesar de todo, la fe de Monahan nunca se agotó.
Cuando surgió el impulso de apurar el regreso del golf, el Comisionado se resistió. Hubo un diálogo constante con jugadores y con las ciudades sede de los diferentes torneos. También hubo apoyo de docenas de jugadores que utilizaron las redes sociales para mantener a los fanáticos interesados.
Cuando se pasó de mayo a junio y las diferentes ligas profesionales de los Estados Unidos seguían sin comprometerse para volver a la acción, la diligencia con la que el Tour procedió se vio aún más impresionante. Discutiendo sin descanso con funcionarios de salud y líderes gubernamentales, el Tour logró poner en marcha un plan de pruebas que brindó una capa de confianza.
Con todo en su lugar, solo era cuestión de esperar a que llegara la semana del Charles Schwab Challenge.
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